58° años de la Gaudet Mater Ecclesia y el Concilio Vaticano II
Un día 11 de octubre de 1962
comenzaba solemnemente el Concilio Vaticano II. Mucha agua a pasado bajo el
puente, y las opiniones han sido bastante variadas. Para ciertos sectores el Vaticano
II fue nefasto, para otros es una suerte de “revolución” en la Iglesia. En
realidad, y como bien lo señalaba en su momento Juan Pablo II, había que
interpretar correctamente el Concilio, de modo que seamos conscientes de lo que
realmente fue, y no fue, la intención del Concilio.
El Concilio Vaticano II
comenzó con el discurso de apertura del Papa Juan XXIII, en la “Gaudet Mater
Ecclesia”, verdadera hoja de ruta del Vaticano II y de necesaria lectura para
comprenderlo e interpretarlo.
Juan XXIII explicaba que el
objeto del Concilio Ecuménico era hacer que la Iglesia, iluminada por este,
creciera en espirituales riquezas y sacara de ellas fuerza para nuevas
energías, con el objeto de mirar intrépida a lo futuro. En efecto; se buscaba
que con oportunas "actualizaciones" y con un prudente ordenamiento de
mutua colaboración, la Iglesia hiciera que los hombres, las familias y los
pueblos volvieran realmente su espíritu hacia las cosas celestiales.
No era un Concilio Ecuménico
que, como aquellos de los primeros siglos, fuera a discutir problemas
teológicos fundamentales.
La tarea principal de este
Concilio no es, por lo tanto, la discusión de este o aquel tema de la doctrina
fundamental de la Iglesia, repitiendo difusamente la enseñanza de los Padres y
Teólogos antiguos y modernos, que os es muy bien conocida y con la que estáis
tan familiarizados. Así lo expresó con gran claridad Su Santidad:
“Sin
embargo, de la adhesión renovada, serena y tranquila, a todas las enseñanzas de
la Iglesia, en su integridad y precisión, tal como resplandecen principalmente
en las actas conciliares de Trento y del Vaticano I, el espíritu cristiano y
católico del mundo entero espera que se dé un paso adelante hacia una
penetración doctrinal y una formación de las conciencias que esté en
correspondencia más perfecta con la fidelidad a la auténtica doctrina,
estudiando ésta y exponiéndola a través de las formas de investigación y de las
fórmulas literarias del pensamiento moderno. Una cosa es la substancia de la
antigua doctrina, del "depositum fidei", y otra la manera de formular
su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta —con paciencia, si necesario
fuese— ateniéndose a las normas y exigencias de un magisterio de carácter
predominantemente pastoral.”
Se expresaba con claridad Su Santidad;
la sagrada doctrina no sería alterada por el Concilio, sino que precisamente se
buscaba que ella alcanzare las múltiples estructuras de la actividad humana,
que atañen a los individuos, a las familias y a la vida social, siendo para
ello “necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la
verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo
presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo
actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico”.
Por otro lado, y a diferencia
de la encíclica Quanta Cura y el Syllabus del Pio IX (que a fecha del Concilio
estaba por cumplir 100 años) en esta oportunidad no se buscaría dar largos
listados de errores ni reprimendas. Como señalaba Juan XXIII; “No es que
falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa
prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta
norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres,
aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas
costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en
los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las
comodidades de la vida”.
Por último, otro gran objetivo
del Concilio era trabajar por el ecumenismo, logrando mayores avances que el Vaticano
I. Allí donde este fallo, en parte porque las invitaciones cursadas a protestantes
y ortodoxos eran de tono muy poco adecuado, este nuevo Concilio Ecuménico debía
tender una mano amable de acercamiento, más parecida a la del padre de la parábola
del hijo pródigo. Ello pues la Iglesia "que quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, no pueden los
hombres, sin la ayuda de toda la doctrina revelada, conseguir una completa y
firme unidad de ánimos, a la que van unidas la verdadera paz y la eterna
salvación”.
Entonces, el Concilio Vaticano
II no pretendía modificar en modo alguno ese depósito de la fe; más bien se
buscaba una formación de las conciencias que esté en correspondencia más
perfecta con la fidelidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta y
exponiéndola a través de las formas de investigación y de las fórmulas
literarias del pensamiento moderno. Por ello se habla de un magisterio
pastoral, para poder transmitir y difundir de mejor manera esa autentica
doctrina, y no para modificarla o cuestionarla.
El problema es que muchos después
quisieron ignorar estos propósitos del Concilio, y en base a esto dieron lugar
a una crisis en la Iglesia, que con los años se haría aun más patente.
Benedicto XVI, cuando era
Cardenal, afirmaría: "Los resultados se presentan cruelmente opuestos a
las esperanzas de todos". Y añadía: "Nos esperábamos una nueva
unidad católica y se ha acabado en un diseño que ha pasado de la autocrítica a
la autodestrucción. Se esperaba un nuevo entusiasmo y se ha acabado en el
descorazonamiento y en el aburrimiento". Tras este Concilio comenzó “una
crisis de la fe en todos los continentes con una sola excepción: la de los
países comunistas, donde la Iglesia está perseguida". Durante su
pontificado defendería la correcta interpretación del Concilio Vaticano II, aunque
lamentablemente no culminaría su obra.
Es necesario que la lectura del
Vaticano II que hace hoy Su Santidad Francisco sea siempre en concordancia con
lo que señalaba Juan XXIII al dar la bienvenida a los padres conciliares: “El
gesto del más reciente y humilde sucesor de San Pedro, que os habla, al
convocar esta solemnísima asamblea, se ha propuesto afirmar, una vez más, la
continuidad del Magisterio Eclesiástico, para presentarlo en forma
excepcional a todos los hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las
desviaciones, las exigencias y las circunstancias de la edad contemporánea”.
Anastasio López
Ministro de Asuntos Internos y Defensa y Relaciones Exteriores de Rino Island
Referencias
·
Gaudet Mater Ecclesia Solemne Apertura Del Concilio Vaticano II. Disponible
en http://www.vatican.va/content/john-xxiii/es/speeches/1962/documents/hf_j-xxiii_spe_19621011_opening-council.html
·
Juan Pablo II: Su interpretación del Concilio
Vaticano Segundo http://www.humanitas.cl/juan-pablo-ii/juan-pablo-ii-su-interpretacion-del-concilio-vaticano-segundo
·
'El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex
Santo Oficio, critica duramente los resultados del Concilio Vaticano II
(06/11/1984) https://elpais.com/diario/1984/11/07/sociedad/468630009_850215.html
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