Compartimos con nuestros ciudadanos y el mundo el discurso de fin de año y cuenta anual 2021 de S.E el Presidente de la República, don Marco Antonio Rino. 

Discurso de Fin de Año de S.E el Presidente de la República

DON MARCO ANTONIO RINO SAMPERI

 

31 de diciembre de 2021

 

RINOISLANDESES:

 

Nuevamente nos reunimos a la distancia para esta tradicional alocución de año nuevo, momento para tomarse un respiro en la vorágine de nuestro mundo, y así detenernos a revisar como ha ido desarrollándose la navegación conjunta en nuestra república y micronación oceánica.

Antes que nada, quiero expresarles mis saludos y parabienes. Son tiempos difíciles, es en ellos cuando se templa el espíritu de los pueblos. Sin embargo, y a pesar de las terribles circunstancias, hemos logrado importantes avances para nuestra micronación, dignos de nuestra sana celebración.

Nuevas leyes regulan y ordenan aspectos muy importantes de nuestra nación. Los ministerios fueron reordenados. La democracia deliberativa nacional queda asegurada gracias a un moderno código electoral, junto con la ley de ciudadanía, y la ley del Partido de la Unidad Nacional Rinoislandés.

Materialmente hemos visto mejoras importantes en nuestros servicios informativos y en la difusión de redes, claves para el conocimiento del desarrollo nacional. Es fundamental en esto la actualización de nuestro escudo nacional, obra del genial heráldico español Roberto Bartolomé Pesquera; vayan nuevamente nuestros agradecimientos a su noble gesto para con nosotros, y por nuestra joven bandera.

Esa misma bandera ha sido objeto de amplio interés durante este año. Prensa de Italia, España, Chile y México se ha volcado con interés hacia nuestro desarrollo; inclusive desde Alemania hemos sido destacados por un afamado escritor que nos ha resaltado por nuestra firme y soberana presencia en los confines del Océano Pacífico.

Diplomáticamente tuvimos una gran actividad; guiados por los principios de autodeterminación de los pueblos y de no intervención hemos dado muestras de nuestro gran y reconocido desarrollo internacional. Así, instituimos delegados honorarios de representación cultural en Alemania y Holanda.

El Estado de Palestina y República Árabe Saharaui Democrática siguen en su lucha permanente por la autodeterminación, la plena independencia, y el fin de la ocupación ilegal a la que están ocupados colonialmente por la entidad sionista y la dictadura de Rabat respectivamente; regímenes unidos en un curioso contubernio contra la independencia de pueblos libres. Ante ellos proclamamos; ¡Viva Palestina libre y soberana! ¡Viva la República Saharaui Árabe Democrática!

Asistimos con el resto de la humanidad a un nuevo episodio en la novela de la caída del Imperio Británico, viejo árbol imperialista que requiere de grandes esfuerzos para sostenerse. Así, saludamos el mes pasado al pueblo de Barbados, que se sacudió del yugo, pero ese triunfo no ha sido posible para todos. Más temprano que tarde la Isla de Irlanda, unida y republicana, logrará vencer al sanguinario imperialismo de Londres.

No olvidamos tampoco que la Guinea Ecuatorial, ejemplo de estabilidad del África Central, ha sido objeto de los más viles ataques por parte del Imperio Británico. Un régimen que se vanagloria de sus leyes antiquísimas olvida la más elemental y antigua de todas; la inmunidad diplomática. Pero el gobierno de Malabo no se doblegó y dio muestras de su orgullosa herencia hispanoafricana, marcando una página memorable en la historia del antiimperialismo universal.

Nuestro movimiento nacional del Partido de la Unidad Nacional Rinoislandés, expresión política de la Nación Rinoislandesa, ha dado muestras de madurez institucional. En ese sentido nos enorgullece sanamente el respaldo que hemos entregado y su vez recibido del Partido Bandera Roja, baluarte de la lucha por la independencia política y económica de Venezuela.

Este 2021 ha sido marcado, como en todo el mundo, por la continuación de la pandemia. Confiamos en que, Dios mediante, esta situación sea prontamente controlada.

Los problemas en la cobertura de vacunas, así como las dificultades para la vacunación voluntaria, dan cuenta del principal problema de nuestra sociedad actual; la falta del sentido de comunidad y de la unidad nacional. En un mundo ultraliberal, donde cada uno vela por su metro cuadrado, resulta imposible un verdadero desarrollo en comunidad.

Ya lo apuntábamos en el discurso del año pasado; la pandemia del coronavirus nos ha vuelto a demostrar que el principal problema del liberalismo radica en que promueve la exacerbación del individualismo, destruyendo la comunidad social y la natural corporación de sus miembros, y exagera artificialmente las diferencias sociales, lo que termina por crear intereses y fines contrapuestos e irreconciliables entre los miembros de la Nación. Destruida esa ligazón tradicional de los cuerpos que la forman, ella se vuelve presa fácil de ideologías meramente materialistas, que niegan toda trascendencia del individuo.  

Este problema tiene una además una base económica. G.K. Chesterton explicó con genialidad el problema del capitalismo: “Demasiado capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas”. Al liberal le gusta el mercado, pero sin competencia; le gusta la propiedad privada, pero solo para si mismo.

Se trata simplemente de una filosofía egoísta de la vida, donde nunca se dará la colaboración y la unidad orgánicas del cuerpo de la Nación. La crisis actual lo ha demostrado; esta unión no se ha dado ni aun cuando circunstancias excepcionales lo han exigido.  

Nuestro pueblo, que ya ha experimentado los defectos de sistemas políticos y sociales copiados y pegados, sabe que es necesario que cada pueblo se dote del régimen político más acorde a sus características propias; he ahí el fundamento legislativo del código electoral.

Por eso, este año será fundamental para nuestro avance y el de la revolución nacional. Yo creo en la estabilidad y solidez de la democracia deliberativa nacional, de su base real y orgánico-institucional. Pero, por encima de todo esto, se trata de un gobierno impersonal, ligado a la institución presidencial y un movimiento de comunión nacional, por encima de personalidades determinadas.

Nunca he sido partidario de ese fenómeno tan común en Latinoamérica según el cual el presidente debe reelegirse hasta que lo saquen. Es por esto mismo que he decidido no repostular en septiembre próximo; confío en que nuestros órganos democráticos presentarán a la comunidad nacional un candidato de reconocida trayectoria, y que asegure la continuidad de nuestra revolución micronacional.

¡Que viva la Rino Island!


MARCO ANTONIO RINO 

Presidente de la República


 


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