En esta
tercera sesión de formación cívica nacional vamos a tratar el tema de la
propiedad privada, y el rol que ella cumple en la sociedad. Para eso
revisaremos como la concibe la sociedad capitalista, la sociedad comunista, y
como la entendemos en el Partido de la Unidad Nacional Rinoislandés, en el
marco de la doctrina del distributismo.
La
propiedad ha sido definida como la facultad o conjunto de facultades que un
hombre tiene para disponer, usar y consumir plenamente una cosa, con exclusión
de todos los demás.
Dentro
del capitalismo se considera este derecho como pleno,
"sin más limitaciones que las establecidas en las leyes". La
propiedad privada es el valor más alto para la burguesía triunfante de la
Revolución Francesa, y sobre ella se construye el capitalismo moderno,
juntamente con el concepto de empresa privada.
Como
base filosófica se pensaba que la propiedad privada era una institución
derivada de la razón, como medio necesario para la persona humana y como
correlato material de la libertad del individuo.
También
algunos pensadores católicos (León XIII entre ellos) han considerado la
propiedad privada como institución universalmente necesaria de derecho natural,
en contra de la tradición tomista.
La
propiedad privada, tal como fue entendida por la primera etapa del capitalismo moderno,
ha sufrido fuertes ataques desde todos los ángulos. Aunque casi todos los
pensadores no marxistas la admiten, tienden a quitarle tanto la consideración
de derecho natural como su carácter pleno, hablándose de "sentido social
de la propiedad" y haciéndola convivir con un campo más o menos amplio de
bienes socializados.
Lo
característico del capitalismo y del mercantilismo es que en realidad
predicaron la extensión de los negocios más que la preservación de las
posesiones. Una de las características del capitalismo es la concentración,
resultado lógico de la reducción de la realidad a criterios de eficiencia:
siempre será más eficiente que uno solo se encargue de las cosas, pero el
problema es que eso desemboca en el monopolio.
Para
Marx,
la realidad económica (los procesos de producción de los bienes materiales) es
la base sustantiva de la trama histórico-social y cultural, siendo, por tanto,
el derecho, la política e incluso la religión puras supraestructuras. Las
clases son los verdaderos protagonistas de la historia, y en cada momento
domina la que controla los citados procesos de producción o medios de
producción. La propiedad privada sin límites supone la existencia de
"propietarios" y "desposeídos"; los primeros son la burguesía;
los segundos, el proletariado. Para desmontar el poder, como clase, de los
burgueses, hay que desposeerles de su fuerza; dicho de otra manera,
colectivizar los medios de producción, suprimiendo para ellos la propiedad
privada. Al Estado burgués sucedería la dictadura del proletariado, es decir,
el Estado en que gobernase el proletariado, controlando los medios de
producción.
Al
acceder al Poder en Rusia los socialistas marxistas en 1917 pudieron construir
un Estado sumamente colectivizado que ha suprimido en gran manera la propiedad
privada. En diversos grados de este proceso los restantes Estados socialistas;
dichos proyectos fracasaron en todo el mundo tras las reformas de los
revisionistas jrushovitas, que en aras de una revolución global terminaron en
el fracaso.
Frente
a las dos posturas anteriores y precisamente como reacción a ese falso concepto
de la propiedad que venía deformando la naturaleza de la propiedad, la
doctrina del Partido de la Unidad Nacional Rinoislandés, siguiendo al
distributismo, afirma que la propiedad privada le es intrínsecamente
necesaria al hombre "en algún grado" como satisfacción a su derecho
natural de poseer lo que necesita.
Todo
hombre debe tener un mínimo de propiedad privada, por debajo del cual,
desposeído de este atributo, perdería su calidad de hombre. Pero no basta que
el hombre tenga este derecho natural, es necesario que el Estado (protector de
los derechos del hombre), la Ley, la Sociedad, lo reconozcan. La propiedad
privada tiene que ser, además, reconocida, protegida y fomentada por un
"derecho político", esto es, por una ley positiva que resguarde el
anterior derecho natural.
El
capitalismo, hablando de libertad y de propiedad, las niega para la mayoría de
las personas, ya que el “mercado libre” supone en realidad la concentración de la
riqueza en pocas manos, lo que sume en la impotencia a los no propietarios. Por
eso Chesterton comparará el capitalismo con la locura.
Los
medios de producción se concentran en unas pocas manos en el capitalismo, de
tal manera que una gran cantidad de personas no tiene acceso a ellos, y han de
emplearse por un sueldo que les merma en su autonomía y libertad.
La
pérdida de la propiedad privada es por tanto la pérdida de la libertad. Sólo
con propiedad el hombre puede ser libre, por lo que el capitalismo se sitúa
como un enemigo de la libertad. El auténtico objetivo del distributismo es la
libertad del hombre, siendo la restauración de la propiedad la forma de
conseguirla.
Así,
dirá Chesterton que “las dos cosas que nosotros predicamos son la libertad, como
el fin, y la restauración de la propiedad, como el medio. Sostenemos que el
hombre despojado de la propiedad privada, incluyendo los medios de producción, no
tiene sostén seguro en la libertad, y que en una nación donde la propiedad privada
no es la norma, el propietario es, de hecho, un esclavo”.
Es el
Estado el llamado a hacer esta transformación en un mundo, sobre todo en el
nuestro, donde la mayoría de los hombres viven desposeídos de la propiedad real.
Por eso, todo Estado, incluido el Estado Rinoislandés, debe reconocer la
propiedad privada como medio lícito para el cumplimiento de los fines
individuales, familiares y sociales.
No creemos
en la propiedad en el sentido individualista y particular del capitalismo. No
sólo el individuo tiene derecho a la propiedad, sino que, en virtud de su
dimensión social, aquellas sociedades, aquellas unidades de convivencia que él
integra, también tienen derecho a tener su propiedad para poder subsistir como
tales comunidades y cumplir el fin que tienen establecido. Por ello, la
propiedad además de individual debe ser familiar, sindical y estatal. Cada una
de estas unidades de convivencia tiene derecho a conservar sus bienes, sin que
pueda admitirse la absorción de alguno de estos patrimonios por parte de alguna
sociedad superior; ya que la propiedad de cada una es al mismo tiempo garante
de su propia libertad familiar, sindical y estatal.
En la
República de Rino Island esto se materializa en el Estatuto Económico, así como
en la Carta de los Derechos de los Rinoislandeses, que desarrollan en la ley
los valores del distributismo.
La
próxima sesión vamos a pasar a estudiar al trabajo; que es, y como se lo
entiende en las diversas sociedades políticas.