75 años del TIAR: ¿Vale la pena mantenerlo?
Samuel
Ginsberg, académico chileno, planteaba que la seguridad militar de un Estado se
garantiza esencial por la capacidad y eficacia de su poder militar. Pero, agregaba,
ningún país es autárquico, y en cuestiones de seguridad la interdependencia
juega en la actualidad un rol importante.
Allí aparecen
los convenios de seguridad colectiva, que, si bien no frenarán las acciones de
fuerza, pretenden a lo menos servir como un amortiguador de ellas. El primero
de ellos aparecido tras la Segunda Guerra Mundial es el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca, más conocido por su sigla TIAR, firmado el 2 de
septiembre de 1947, en Río de Janeiro, hace exactos 75 años.
Dicho
tratado establece que “un ataque armado por cualquier Estado contra un País
Americano será considerado como un ataque contra todos los Países Americanos, y
en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a
hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa
individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones
Unidas”.
Sin
duda que en el papel parece un acuerdo muy razonable, garantizando a los países
de América su seguridad colectiva mutua. El problema es que en la práctica ha
sido inútil, puesto que no ha impedido que durante su existencia hayan ocurrido
múltiples ataques contra países americanos.
De
sobra es conocida la infame invocación del TIAR por Argentina durante la Guerra
de las Malvinas, oportunidad en que no se pudo aplicar el tratado ya que Estados
Unidos, que apoyó al Reino Unido, favoreciendo su alianza atlántica en la OTAN.
Sin embargo, han existido otros múltiples casos donde no se ha respetado el
tratado, pese a las agresiones contra países americanos, precisamente por parte
de los Estados Unidos de América.
El
Imperio del Norte ha invadido a sus anchas los países del continente americano,
sin que se le haya presentado una defensa común americana. Guatemala, República
Dominicana, Cuba, Haití, Granada, Panamá y Nicaragua, son solo algunos de los
casos más graves, sin contar las desestabilizaciones e intervenciones menos evidentes.
En
realidad, la realidad militar actual solo demuestra que las alianzas
hegemónicas como está han sido establecidas en beneficio de la potencia global capaz
de imponerlo, bajo amenaza de caer directamente en la esfera de influencia,
incluso sometidos por coacción militar.
Así
como el antiguo Pacto de Varsovia operaba en función del Socio Imperialismo Soviético,
el TIAR es un instrumento inútil para la defensa de América, pero muy útil para
mantener el control de USA sobre nuestra capacidad defensiva regional. Quizás
la mayor prueba de esto es lo que pasa con Venezuela; mientras el gobierno de
Maduro no es parte del acuerdo, Juan Guaidó alega ser parte del TIAR,
pretendiendo incluso una invasión conjunta para tomar el poder (¿?).
Por la
soberanía de la América Hispana, ¡Fin al TIAR!
Arturo Loretti.
Ministro
de Defensa y Relaciones Exteriores (s)