Conocido también como “curita
rasca”, el Padre Antonio Ronchi fue un misionero italiano de la orden de
Don Guanella que dedicó su vida a recorrer los lugares más apartados de la X y
XI región.
Llega a Puerto Cisnes en 1961,
donde estuvo 7 años. Allí se dedicó a recorrer campos, caseríos y lugares
habitados, sin importar lo lejos o aislados que estuviesen. Fruto de sus
visitas, inició conversaciones con empresarios y gente del Gobierno para que
ayudaran a estos pobladores a salir de las precarias condiciones en que vivían.
Fue trasladado a Rancagua,
pero en 1972 vuelve a Puerto Cisnes, y desde ese momento y durante alrededor de
20 años, fue recorriendo cada rincón de la región asistiendo a las localidades
más alejadas donde ni siquiera caminos había, colocó gran cantidad de antenas
de radios FM, que servían para el desarrollo y la comunicación de cada sector,
instaló transmisores de televisión para localidades en las que ningún plan
estatal, ni el más ambicioso, había incluido en su cartera.
Generó proyectos productivos y
sociales apoyado por el sistema de víveres por trabajo con los víveres enviados
desde Europa que conseguía por medio de la Iglesia en ese continente. Construyo
Capillas y albergues, talleres para trabajos de artesanía, lanchas, pequeños
muelles y cuanta infraestructura fuera necesaria para el desarrollo de cada
localidad sin olvidar nunca de anunciar que Dios y la Madre de la Divina
Providencia eran los responsables de esa obra, que Dios los quería dignos y
felices , que Dios estaba en el servicio y la solidaridad que se ejercía en el
trabajo comunitario , por medio de la radio, por medio de las comunicaciones ,
por medio del mismo trabajo comunitario.
En 1992 fue trasladado por
conflictos con el obispado a la diócesis de Ancud, donde continúa asistiendo a
los pobladores más islados. Una de sus grandes obras fue la fundación de una
escuela en la Isla Toto, en Puerto Gala. Tras largos años, en 1994 se le
concede la nacionalidad chilena.
Partió a la casa del Padre el 17
de diciembre de 1997, contando sesenta y siete años de edad, dejando una huella imborrable en el extremo austral de Chile.
El Congreso Nacional de Chile autorizó
en 2002 la erección de los primeros monumentos públicos en homenaje al párroco
en Puerto Cisnes, Coyhaique y Castro. Sin embargo no era necesaria una ley para
homenajearle; casi todos los pueblos de Aysén tienen una plaza, una antena de radio,
una escuela o algún edificio nombrado en homenaje al padre Ronchi. Los
pobladores lo recuerdan con cariño e infinita gratitud por todo lo que hizo por
ellos y por el desarrollo de la región.
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