Valparaíso es cuna de
incontables historias y leyendas. Y no es sorpresa, ya que es uno de los
puertos más importantes de toda América. Fue famosa por haber sido asaltada por
Francis Drake, cuando era solo una pobre aldea.
Cuenta el antiguo relato que
el rey de España decide donar un cristo crucificado y moribundo a Valparaíso,
debido a las profanaciones de sir Francis Drake a la iglesia de la matriz.
Aunque el rey, no conociendo Chile, no precisa el lugar exacto de la profanación,
y envía este a Santiago.
El Cristo llega al puerto de
Valparaíso. Y cuando los porteños, desconociendo el contenido y el destino de
este, empiezan el traslado, y la yunta de bueyes con la descomunal carga pasa
frente a la iglesia de la matriz, estos se paran, sin poder continuar su viaje.
El cargamento tenía un peso
tal, que cuando quisieron ponerse en marcha por la Quebrada del Márquez, las
ruedas se hundieron inevitablemente en el barro, producto de las lluvias que
sufría la zona en esa temporada del año, y que eran infaltables en ese momento.
Fue entonces cuando los porteños decidieron bajar el cajón y dejarlo en la
capilla para soltar la carreta y continuar el viaje. Cuando se logró y se
volvió a poner la carga en su lugar, la carreta volvió a hundirse, volviendo
estéril todo esfuerzo.
Gente de los alrededores que
observaba la escena, propone abrir la carga, con el fin de averiguar qué es tan
importante para llegar a Santiago y no quedarse ahí, en el puerto más
importante del país. Cuando revisan el contenido, y el cajón empieza a abrirse,
la lluvia se detiene completamente, y el viento casi torrencial calma, naciendo
la sagrada imagen del “Cristo crucificado y moribundo”.
Muchos fieles creyeron que se
trataba de un auténtico milagro, y decían que aquel cristo debía quedarse en la
iglesia, porque ese era el deseo explícito de dios. Desde entonces la
escultura, bautizada el Cristo de la agonía, se quedó en Valparaíso.
Este cristo posee una belleza
realística impresionante, poseyendo las llagas abiertas, la sangre coagulada, y
la característica de tener la barbilla inclinada muy cerca del pecho. Desde
entonces la escultura es venerada, y se dice que cada año reclina más la
cabeza, y que lo hará tanto un día, que se quebrará, y cuando pase, se acabará
el mundo.
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