Tras el discurso de Putin, y una vez que la Federación de Nueva Rusia decidan su eventual incorporación a la Federación Rusa, cualquier ataque de cualquier país contra dichos territorios será una agresión directa y una declaración de guerra a Rusia, que tendrá plena legitimación en su criterio para enfrentar dichas agresiones.

Durante los siguientes días y hasta la consolidación de este proceso, la OTAN y sus aliados deberán evaluar seriamente sus posiciones, porque de parte de Rusia, cuando hable Putin ya todas las decisiones de la siguiente fase estarán tomadas.

El conflicto dejará atrás su carácter de una "Operación Militar Especial" en Ucrania y contra las fuerzas ucranianas y sus apoyos extranjeros de cualquier tipo, para convertirse en un conflicto internacional en toda regla de Rusia contra las entidades que la agredan en lo que, a todo efecto, será su territorio.

Rusia dejará de responder a la agresión exclusivamente dentro de territorio ucraniano y podrá actuar contra cualquier movilización de armamentos, hombres y equipos encaminados a agredirla, incluyendo la respuesta aeroespacial contra satélites privados u objetos en el mar.

Rusia también se considerará legitimada para atacar las infraestructuras terrestres críticas vitales para la supervivencia de las entidades enemigas en general o para su operación bélica en especial.

Durante el tránsito a la nueva fase del conflicto, cualquier sorpresa de un evento de alto impacto por cualquiera de las partes podrá ocurrir, con el potencial de desencadenar el nivel de respuesta nuclear.

Ramzán Kadírov, actual Jefe de la República de Chechenia ha ofrecido desplegar 50.000 soldados chechenos en el frente sur. La información de medios rusos señala que el líder checheno le ha pedido personalmente al presidente Putin asumir el mando de la conducción militar de ese frente, bajo el compromiso de “tomar Odessa y barrer de nazis todo el corredor” a toda costa.

Ahora bien, las guerras de este tipo no se luchan en el invierno. Se aproxima el invierno del hemisferio norte, y el mundial, evento ideal para cubrir una respuesta contundente y efectiva.

La guerra moderna no se limita al frente militar en terreno; hay un plano político y comunicacional fundamental, donde Rusia ha perdido ampliamente frente a la máquina de propaganda de EE.UU, la misma que ha vendido las invasiones de Irak, Libia y Afganistán como “operaciones de libertad”.

Si se quiere evitar una guerra larga, Rusia debe aprovechar este invierno para lograr sus objetivos militares inmediatos. Los ucranianos, por su parte, tienen una difícil cuestión; o mantienen el régimen actual, que ya es abiertamente dictadura, sin ninguna perspectiva de elecciones a la vista, o buscan un cambio, que los puede dejar sin la jugosa línea de crédito que ya los tiene endeudados por los próximos 150 años.

Información y texto de Marcelo Grodas. Adaptado de original de Jairo H. David.


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