En el triduo Pascual resulta especialmente conmovedor ver la película "Pasión de Cristo" de Mel Gibson. Aquí vienen algunas reflexiones. De partida, es la mejor película católica de todos los tiempos, la más perfecta representación de la Pasión de Cristo, con todo su sufrimiento.
Es sabido que está basado en el relato de las visiones místicas de Anna Catalina Emmerich, monja alemana del siglo XIX, quién tuvo muchas visiones sobre la Pasión, San Juan, la Mater Dolorosa, etc., y están aprobadas en general por la Iglesia.
Son realmente conmovedoras, quizás no en todos sus detalles sean verídicas, pero sí en todo el sentido general es un perfecto complemento al Evangelio. No se comparan a estas visiones y revelaciones de poca monta de videntes de hoy, que pululan por todas partes, incluso heréticas.
La película representa muy bien el sentido propiciatorio de la Pasión de Cristo, contrario a las interpretaciones protestantes de la Pasión que se han vuelto tendencia en la Iglesia hoy y por eso ya en su momento fue mal recibida por el progresismo eclesial.
Son enemigos del sentido propiciatorio de la Pasión y por eso son verdaderos anticristos. Más aún. Trata un tema polémico y tabú para la Iglesia actual, la cuestión del judaísmo y el deicidio y afirma claramente el dogma tradicional del deicidio, contra la corrección política.
Queda clarísimo como se rompió la antigua Alianza mosaica al romperse el antiguo Templo de Jerusalén, dogma que es relativizado incluso por los Papas modernos. O la supina impiedad de la Sinagoga, cuando Cristo está ante Caifás.
En cuanto a la impiedad de los romanos(paganos) es una brutalidad fuerte pero que no actúa porque sí, el mayor pecado, como dijo el mismo Cristo, lo tienen los fariseos y en el fondo, la Sinagoga que entregó a Cristo ante los paganos, el brazo del poder temporal.
Muestra de modo muy tremendo como el poder temporal desviado, la espada, se vuelve un elemento de iniquidad que no duda en cumplir las peores iniquidades contra el mismo Rey de Reyes. Si la Sinagoga fue el autor intelectual del deicidio, los paganos lo ejecutaron materialmente.
Es muy notable como la película realza el misterio de la maternidad divina de María Santísima, y con ello el misterio de la mujer, madre y esposa, a imagen de María, el corazón de la madre, sufriendo ante su hijo agonizante.
El valor de la mujer cristiana, la Verónica, María Magdalena, etc., está muy presente, las mujeres que siguieron al Cordero hasta el final. El papel del discípulo amado, San Juan, fiel en silencio y contemplación divina, frente al arrogante San Pedro, quien niega a Cristo 3 veces. 
Por otro lado, el horror de la desesperación por el pecado, representado en Judas, quién se suicida inspirado por el diablo, aun cuando Cristo podía haberlo perdonado. Triste final, para alguien que se asegura que está en el infierno.
Es hermosa la escena donde San Dimas, el buen ladrón, confiesa a Cristo y reconoce el poder de la autoridad de castigar justamente un delito, lo que le abre las puertas del Paraíso. Debemos ser como San Dimas y confiar en la misericordia de Dios que nos abrirá las puertas del paraíso. El mal ladrón y Judas, se perdieron, uno por su impiedad y arrogancia extrema, su odio a Dios incluso, el otro por su desesperación.
Finalmente, una reflexión adicional. La película muestra contra todos los que intentan reducir al máximo la voluntad salvífica de Dios, que Cristo está más pronto a salvar al ser humano que a condenarlo, no sufrió tan terrible martirio para que el formalismo legalista; herencia de hecho, de los mismos fariseos que condenaron a Cristo, sea burlado y se cierren las puertas de la salvación. La interpretación demasiado rigorista del "extra ecclesiam nulla salus" es más farisaica que cristiana.
El cristianismo es ante todo, la mirada de Cristo en la Cruz, acogiendo al pecador y redimiéndolo, como al soldado romano que le cayó el agua y sangre, anunciando la conversión de los pueblos paganos.



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