De todos son conocidos los riesgos del tabaco. Y los médicos nos cansamos de repetir a diario de los peligros que conlleva fumar. ¿Acaso habéis oído alguna vez que fumar envejece? Esto se debe a que el humo de la combustión favorece la destrucción de la elastina, una proteína que proporciona elasticidad a nuestra piel.

Pero no solo a la piel...la elastina proporciona a tus arterias la capacidad de expandirse y contraerse millones de veces a lo largo de tu vida. En especial, la arteria aorta, que es la encargada de repartir la sangre oxigenada desde el corazón a tus órganos. Millones de veces...

Cuando fumas, el humo del tabaco hace que tu cuerpo produzca elastasa para combatir la inflamación que provoca el humo. Y la elastasa también hace que se degrade la elastina. Así, las arterias empiezan a ser menos elásticas y cada vez que se expanden, empiezan a contraerse menos. Poco a poco, el diámetro de la aorta, que de media mide 2,5cm en un adulto, empieza a crecer...y esa pared aórtica distendida es lo que se conoce como aneurisma aórtico. Puede implicar solo una pequeña parte de la aorta o, progresar asintomático en el tiempo y crecer y crecer

Cuando un aneurisma, esa pared arterial debilitada, se rompe, produce una hemorragia interna. Para evitarlo, la técnica quirúrgica de elección suele ser la colocación de una prótesis endovascular. Es una técnica aún algo joven, apenas un par de décadas, y no exenta de riesgo. Obviamente, el tabaquismo no es la única causa de la formación de aneurismas, pero sí está probado que contribuye de manera importante.

Fuente: investigación propia de la Academia Nacional de Rino Island

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