Una de los relatos propagandísticos más extendidos en el mal llamado Occidente es la existencia del Tíbet como una especie de paraíso budista, lleno de paz y amor, liderado por el Dalai Lama, el epítome de la bondad.
Nada más lejos de la realidad
Jetsun Jamphel Ngawang Lobsang Yeshe Tenzin Gyatso es el decimocuarto y actual Dalai Lama.
Según vende la propaganda anglosajona, es un pobre fugitivo huído de China en 1959 que solo busca la independencia de su tierra querida. 
Pero... ¿cómo se vivía bajo su poder realmente? 
Antes de 1959, el Tíbet era gobernado por un sistema teocrático y feudal encabezado por el Dalai Lama, quien era la figura religiosa y política más importante. 
La sociedad tibetana estaba estructurada de manera jerárquica con terratenientes, monasterios y granjas.
En el sistema tibetano, había una clase de servidores, los llamados "serfs", que trabajaban la tierra y estaban ligados a sus terratenientes en condiciones de puro esclavismo. 
Estos servidores realizaban trabajo agrícola y otras tareas sin recibir compensación alguna. Los monasterios tibetanos tenían un papel destacado en la sociedad y poseían grandes extensiones de tierra. Los monasterios también tenían sus propios esclavos. 
Además, el gobierno tibetano dependía en gran medida de las contribuciones económicas de estos monasterios.
El propio Dalai Lama se exilió con 3200 kilos de oro, toneladas de plata, 20000 artículos de lujo y joyas y casi 10000 piezas de exclusivas pieles y telas. 
Su familia poseía 27 señoríos, 30 ranchos y más de 6000 esclavos.
En todo el Tíbet existían castigos severos para aquellos que intentaban escapar de la servidumbre o desafiaban el sistema establecido. Estos castigos podían incluir mutilaciones y otras formas de violencia
Especialmente cruel era la práctica de la desollación. Los señores y allegados del Dalai Lama coleccionaban las pieles de sus esclavos como trofeos. Todo aprobado bajo el mandato del pacífico y bondadoso líder budista.
El 95% de los tibetanos vivía en condiciones de pobreza extrema. Las oportunidades para mejorar su situación eran nulas debido al sistema feudal. Los monjes y señores recorrían las chabolas de las familias tibetanos y se llevaban a sus hijos como esclavos.
Todos los monasterios y casas señoriales del Tíbet tenían su propio sistema interno de prisiones, con diversos métodos de tortura que incluían todo tipo de amputaciones, siendo el extirpamiento de ojos una práctica común para castigos.
Todos los monasterios y casas señoriales del Tíbet tenían su propio sistema interno de prisiones, con diversos métodos de tortura que incluían todo tipo de amputaciones, siendo el extirpamiento de ojos una práctica común para castigos.
La gente en el Tíbet estaba divida en 9 grados, a los que se les asociaba un valor. La clase más alta valían, literal, «su peso en oro», mientras que la más baja valía «menos que una tira de paja».
El Ejército de Liberación de la República Popular China acabó con el sistema feudal tibetano. La República Popular China empezó a reorganizar la sociedad y darle una vida fuera del esclavismo a la mayoría de los tibetanos.
El Dalai Lama y su clase señorial, con miedo a perder su poder, organizó una revuelta en 1959 que acabó siendo suprimida por China y miles de tibetanos que se unieron a la gloriosa revolución. 
Tras su huída, gracias al apoyo estadounidense, el Dalai Lama se convertiría en un as en la manga de Estados Unidos para, como siempre, promover la balcanización de China. Sin embargo, tuvieron que empezar una campaña de lavado de imagen para reescribir la historia y presentar a la autoridad religiosa y política de un sistema esclavista feudal como alguien deseable.
Hollywood y la comercialización del budismo como «religión de paz» haría el resto.
Hoy el Tíbet cuenta con línea de alta velocidad, a pesar de tener la orografía más complicada del mundo, y su esperanza de vida se compara ya a la de un país desarrollado. Existen, además, diversos proyectos de infraestructuras que seguirán desarrollando la región.
Sin embargo, el mundo anglosajón seguirá usando la figura del Dalai Lama para promover la balcanización de China. 


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